viernes, 26 de diciembre de 2014

PERDIENDO LAS HOJAS



La edad me vuelve melancólica. Termina el año, y echando la vista atrás contemplo cosas que se han perdido, roto o desvanecido en el tiempo y lo lamento, o más bien, me lamento. Quizá no tanto porque no estén como por la sensación de pérdida. Y se me ocurre que mi vida es como un árbol de hoja caduca, cuyas ramas se van quedando un poco más desnudas cada invierno. Y aunque la primavera renueva sus brotes, el árbol envejece irremediablemente, y en cada uno de sus anillos permanece inalterable aunque invisible, la huella del año que contiene. No se si eso tiene sentido para alguien más. 

El otro día escuché una frase que me llamó la atención: "se pierde mucho tiempo con los amores no correspondidos". El contexto era de naturaleza romántica, pero siendo que la palabra amigo viene del latín "amicus", que deriva de "amare" (amar), creo que se podría ampliar la frase diciendo que también se pierde mucho tiempo con los amigos que no te corresponden. Hoy estoy filosófica... lo sé... pero es que la cosa va de amor/amistad... y la filosofía no es sino amor (griego philo... amor fraterno, afecto, amistad) por la sabiduría. A lo que vamos, que me disperso. ¿Qué significa corresponder? Imagino que habrá tantas opiniones como lectores, pero el diccionario define correspondiente como "igual, paralelo, proporcionado, simétrico, sinónimo" y corresponder como "Pagar con igualdad, relativa o proporcionalmente, afectos, beneficios o agasajos".  

Hace tiempo escribí una entrada sobre una clase de amigos en la que hablaba de los amigos del alma, la familia que uno escoge. En palabras de la entrada de hoy, hablaba de "los amores correspondidos". Hoy voy a hablar de otra clase, aunque no tengo claro si llamarles amigos es usar la palabra idónea. 

En realidad si, porque son personas en las que uno invierte cariño, tiempo y energías, que durante un período indeterminado parecen corresponder a esa inversión, pero que de repente o gradualmente se convierten en simples receptoras de la misma. En casos extremos la indolencia en corresponder se convierte en exigencia, hasta el punto de que si uno no se aviene a sus caprichos o satisface lo que creen necesitar, cae en el ostracismo y el repudio más absoluto. Ese es el fondo, la forma depende de los modales de la persona en cuestión. A veces elegantes y refinados, a veces ásperos y descarnados. 

No siempre es así. A veces son nuestras propias expectativas sobre la relación las que crean el problema. La correspondencia es imposible porque la inversión que hemos planeado y ejecutado de forma completamente unilateral es superior a la que la otra persona tenía prevista, y ella, obviamente, decide no igualar la apuesta. 

En cualquier caso, cuando esa situación se produce, crea un vacío, una tristeza en el alma que cuesta asimilar. Son hojas arrancadas de su rama antes de tiempo, que el viento arrastra hasta nadie sabe qué lugar. 

Hoy hablaba con Rosama (una de mis amigas del alma, de las buenas, mi hoja perenne favorita de lejos) sobre algunas de esas hojas que hemos perdido. Ella tiene las suyas y yo las mías, y aunque es reconfortante comprobar que no soy la única a la que esto le sucede, me entristece pensar que todos sufrimos la misma incapacidad para conservar a aquellos a quienes queremos, de la forma en la que nos gustaría. Después de todo, amor/amistad es un camino de doble sentido. 

Después de considerar todo esto, me he hecho el propósito de disfrutar de las hojas que tengo, mientras las tengo, sin renunciar a mis principios y sin sobrepasar mi "presupuesto" emocional. En cuanto a la otra clase de amigos, los que no son de hoja caduca, bueno, a esos me propongo quererlos y cuidarlos con todo mi corazón. 

© Cables Inconexos 2014

1 comentario:

  1. Nos vamos quedando desnudos de afectos... perdemos algo más que amigos, algo de nosotros mismos se pierde también. Aunque quizá no lo perdimos, porque no podemos perder algo que solo creímos tener.
    El caso es que el tiempo que creímos tenerlo fuimos felices con lo que parecía ser. Claro que, el resultado final no compensa absolutamente nada.
    De todos modos, los árboles desprovistos de hojas tienen su encanto, y si han perdido las hojas es porque ya no las necesitan, ¿no?

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