viernes, 8 de octubre de 2010

Los Estragos de la Edad

Recientemente he alcanzado un nivel superior en el juego de la vida... así es como yo describo el cambio del dígito izquierdo en la cifra de mis años... la duración del derecho es tan efímera que no merece ser tenido en consideración. Contrarios@ como soy por naturaleza, en vez de tener una crisis de la "madurez" (como si ésta llegase automáticamente con los años, como las arrugas... jajajajajaja) he tenido una especie de epifanía.
Mucho se habla de los estragos de la edad, normalmente refiriéndonos a decadencia física y/o mental: menos energía, peor memoria, arruguillas que terminan siendo réplicas del Cañón del Colorado, canas o... ni canas! ojeras, bolsas, en fin, ya nos entendemos... y mucho se intenta con intención de contrarrestarlos... basta asomarnos a cualquier soporte de información (desde los escaparates de toda la vida hasta las páginas de internet, pasando por prensa, radio y televisión)  para encontrar un sinnúmero de potingues, cremas, champús, suplementos vitamínicos, aminoácidos, dietas más o menos espartanas, aeróbic, pilates, yoga, danza del vientre... etc etc etc (usando el tres para indicar intensidad y/o énfasis... deformación profesional... jajajajajaja) que aseguran ser la clave para recuperar tu juventud perdida. 
No diré que la perspectiva de terminar pareciéndome más a una ciruelilla pasa que a un melocotón sea especialmente de mi agrado, pero, sinceramente creo que los peores estragos que causa la edad no son ni tan visibles ni tan superfluos (con todos mis respetos a las personas "obsesionadas" con mantener inalterable el envoltorio exterior)
La perdida de la confianza es para mí el mayor estrago que acompaña el paso reiterado del tiempo. ¿Alguna vez has visto una mirada de desconfianza, de escepticismo, en los ojos de un niño pequeño? Más bien sus ojos están llenos de curiosidad, de candidez, de amor, de alegría... a veces de dolor y tristeza, pero siempre dentro de los ámbitos de la inocencia y la ilusión. Y cuando ves en alguno de ellos una mirada "dura" de adulto... sabes que estás frente a una víctima de alguno de los horrores que éste mundo alimenta y esparce cada vez más: pobreza, esclavitud, abuso sexual, abandono, enfermedad...  Los demás, los que hemos tenido la enorme suerte de tener vidas "normales y sanas" en medio de tanta basura y dolor, tenemos más margen, no perdemos la inocencia ni la ilusión a una edad tan temprana ni quizá de forma tan traumática... pero la vamos perdiendo a lo largo del camino hasta que un día te despiertas y te das cuenta que te has convertido en una persona escéptica, más o menos cínica y desconfiada, que no se cree nada ni a nadie. Y creas un patrón sinaptico de autoprotección, una especie de coraza de incredulidad y exclusión, un poner todo en cuarentena hasta que se demuestre lo contrario. Por supuesto, hablo en general, no sería justo olvidar a esas almas generosas y puras que has tenido la suerte de ir "coleccionando" a lo largo del camino y que restauran tu fe en el futuro de la humanidad, futuro en el que crees porque sabes que descansa en las manos de un Ser Superior, a quién conoces y en quién confías. Pero de cualquier modo, esa "coraza" que te protege, también te hace menos human@.

© Cables Inconexos 2010 

2 comentarios:

  1. Decía mi abuela, qué por cierto alcanzó la edad de 91 años , que el cuerpo envejecemás rápido que la mente .
    Tu que haces te metes en formol todas las noches?

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