A SALTO DE MATA

A veces me pregunto si todos los cerebros funcionan de forma tan “a salto de mata” como el mío… aunque, a juzgar por comentarios escuchados a otras personas… sospecho que no soy la única que tiene que perseguir sus pensamientos a la inversa, cual detective aficionado, intentando recordar la conexión entre una línea de pensamiento y la anterior, totalmente olvidada y en absoluto relacionada.

Esto, ¿a qué viene? Pues a un comentario de mi amiga Rosama, sobre una situación concreta que le produce agobio.

Se me ocurrió que muchas veces los agobios los programamos nosotros mismos.  Sin ir más lejos, una servidora.  Cada vez que afronto un proyecto con fecha final… bien sean vacaciones, un fin de semana de asueto, un tema de trabajo, de estudio, lo que sea  que tenga fecha cerrada de caducidad, "deadline" que dicen los angloparlantes… ya sea que lo haya escogido yo o me haya sido impuesto,  automáticamente me pongo en modo agobio-estrés-hiperactividad…  dilo como quieras, pero de cualquier manera resulta agotador y contrario a cualquier optimización de recursos. Obviamente, quien me programó para activar automáticamente ese piloto automático kamikaze en según que circunstancias, fui yo… Vaya línea de pensamiento más potencialmente productiva, ¿no? pues antes de siquiera tener tiempo de zambullirme en esa idea, darle forma y sacar conclusiones que pudieran incluso haber sido beneficiosas para mi bienestar mental… fiuuuuu!!!!! Salté de mata sin darme ni cuenta, caí en una mata nueva…

… y me enredé a pensar en una pareja que conozco. Toda la vida les recuerdo juntos, yo juraría que comparten ADN, a pesar de lo diametralmente opuestos que son. Estoy segura de que muchas veces han deseado separarse y alejarse uno del otro, me consta que a veces no se soportan. Uno es disciplinado, organizado, analítico, sensato, serio, a veces inflexible, siempre confiable… mientras que el otro es temperamental, emotivo, soñador, sensible, creativo, espiritual… Con los años aprendieron a entenderse, y a aprovechar los puntos fuertes de cada uno en beneficio de ambos. Decidieron que el disciplinado, sensato y confiable, a quien he dado en llamar “YO”, es el que debe llevar la voz cantante, mientras que el emotivo y temperamental, que responde por el nombre de “MIGO” se dedicará a dar color y calor a la vida común del grupo. Ah!, que no os lo había dicho… la pareja en cuestión son los dos hemisferios de mi cerebro… sí, ese que va a salto de mata, culpa de Migo, seguro…  Que digo yo, que igual doy un salto mortal zigzageante hacia atrás y retomo la mata de los agobios programados… ya os contaré si eso… 

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